NOSOTRAS

POLINA KIRYANOVA.
Mi nombre es Polina. Polly para las amistades. Soy rusa de nacimiento con un cálido corazón castellano . En ruso hablo con acento madrileño, aunque en ruso no soy de hablar demasiado.
Me perdí a los grandes escritores de mi país de origen, a los catorce, los arrancaron de mi lado.
A veces vivo distraída en los paisajes del pasado; y otras en lugares que parecen extraños.
Me encantan los magos, los robots, los extraterrestres, los superhéroes, los hobbits y los extraños. Me releí “Harry Potter y la Piedra Filosofal” más de treinta veces cuando tenía catorce años.
Consumo literatura juvenil sin pensar en los daños.
Y el romance, pero lo escondo de los extraños.
Con el blog me leo dos libros al mes
Y os contaré mi parecer con mimo y cariño.

SANTY PORTELA.
Describirse a uno mismo siempre resulta complicado. Vamos a intentarlo.
Madrileño de nacimiento y vida, con raíces gallegas que siempre destaco.
Teatrero, escritor y dramaturgo. Premiado, publicado y representado.
El amor por la literatura me viene de pequeño gracias a una gran familia muy lectora toda ella.
Autorxs que me marcaron: Valle-Inclán, Cristina Morales, Clive Barker, Anne Sexton, H. P Lovecraft, Gata Cattana, Poe o Laura Galletero, mi maestra.
No me gusta centrarme en un solo género cuando leo; y paso de la novela y del cuento a la poesía y al teatro de manera continua.
Creo fervientemente en la literatura como arma movilizadora del pensamiento crítico, como espejo de la vida tanto de las alegrías como de las miserias que esta contenga, como altavoz de voces calladas y denuncias ahogadas.
Ansío lecturas que me entretengan, me agiten, me remuevan y me hagan pensar.

Me llamo Abel, soy un actor nacido y criado en Madrid. También escribo y dirijo, pero se me hace más grande nombrarlo. Mi compañero y mi compañera de este blog son precisamente dos personas que siempre me apoyan en esta andadura de las palabras, y por ello(s) añadiré que sí, soy escritor.
Empecé a escribir por pura necesidad de soltar, de expresar lo que me pasaba y que muchas veces aún no comprendía. Apareció como necesidad y se convirtió en gusto (aunque nunca pierde ese impulso) y con los años fue evolucionando desde algo más poético hacia lo teatral y cinematográfico. En cierto modo, siempre ha estado ahí. Era de esos niños que en el recreo les bastaba con su imaginación para jugar a historias inventadas, e incluso el amor por las palabras, que con 6 años ya demostraba al hablar con cierta elocuencia atípica para un niño de esa edad. Lo recuerdo con ternura, pero supongo que sería algo resabido. No preocuparse, he de confesaros que mi disfrute con las palabras bonitas va acompañado de una búsqueda de lo liviano (para rebajar la intensidad, ¿sabes?).
De adolescente leía más ciencia ficción, un género que es de mis favoritos en toda historia, pero con los años, ya sea por tiempo, por mi profesión o una inmediatez buscada a causa de las lecturas de metro, he ido leyendo más poesía y teatro. Y sí, me gustan las historias que trascienden, que intentan cambiar algo sin realmente intentarlo, sino que se dejan ser y en esa ligereza (¿qué os decía?) está la pregunta lanzada al lector, espectador u oyente casual.
Espero aportar humor y cariño en mis reseñas, y sin intentarlo, quizás mejorar el día del que está al otro lado de la palabra, de la línea, de esta cosa tan ambigua y bonita que es comunicarse, compartir.